domingo, 19 de abril de 2015

Introducción


El contrabajo es el instrumento más voluminoso de la familia de la cuerda. Tiene cuatro cuerdas afinadas por cuartas ascendentes, denominadas, respectivamente, desde la más grave hasta la más aguda: mi, la, re y sol. También se fabrican contrabajos de cinco cuerdas. Esta última se llamará do. Se toca con un arco. El sonido se produce cuando el arco se pasa por encima de las cuerdas. También se puede tocar con los dedos, esta técnica se llama pizzicato.
Historia.


A partir del siglo XVIII adquirió entidad propia dentro del grupo de las cuerdas. Los rasgos que lo dividen son variables. El contrabajo puede definirse como el instrumento más grave de la familia de los violines, aunque tiene mucha diferencia entre ellos. Su origen se remonta al siglo XVI y fue una evolución de la viola de gamba y del violone bajo. Su gran tamaño lo dejó fuera de la familia de la cuerda. A finales del siglo XV su forma era la del violone, el miembro más grande de la familia de la viola que tenía 16 cuerdas.


A principios del Siglo XVII, el musicólogo Michael Praetorius describió un instrumento de 5 cuerdas llamado violone. La afinación de este enorme prototipo, era similar a la del contrabajo actual. Los sonidos eran una octava más grave a la que el intérprete leía la partitura. En Alemania se adaptó la silueta de la viola a la construcción del contrabajo. En cambio en Italia se construyeron con las esquinas del violín y con el fondo curvo. Los compositores no le prestaron mucha atención durante esos siglos, y en muchas obras como algunas sinfonías de Beethoven, se limitaba a reforzar la parte del chelo, doblándola a la octava grave. Entonces, el clavijero era de madera de ébano. Posteriormente la inclusión de cuerdas más finas hizo posible reducir el cuerpo del contrabajo.


Domenico Dragonetti promovió la inclusión definitiva del contrabajo en las orquestas. El italiano no consiguió ver como el contrabajo se independizaban progresivamente del chelo en las composiciones para orquesta, aunque sí pudo asistir a la proliferación de sonatas, dúos y tríos específicos para contrabajo.


Durante los siglos XVIII y XIX el instrumento ganó notoriedad en los salones de concierto de las principales capitales europeas y pasó a ocupar definitivamente un lugar destacado en el ámbito musical gracias a las innovaciones en la orquestación llevadas a cabo por Wagner y Strauss, cuyas composiciones requerían un mayor número de intérpretes que los que había en las orquestas del siglo XVIII. En 1839, Achile Gouffé llevó el contrabajo a la ópera de París, escribió el primer método para este instrumento e introdujo notables innovaciones.


En los siglos XVIII y XIX existieron contrabajos de tres cuerdas, que sobreviven en la música folclórica de la Europa del Este. Hasta el siglo XIX los contrabajistas usaron arcos con la vara curvada hacia afuera en relación con el encerdado; mucho después de que fuera normal el arco curvado hacia adentro en el violín, viola y violonchelo.
Interpretación.


La música para contrabajo se escribe en clave de fa. Para facilitar la lectura de las partituras las notas se escriben una octava más aguda del verdadero sonido. La evolución de los instrumentos de cuerda frotada se dió paralelamente a la del arco, que sufrió notables transformaciones a lo largo del tiempo. Hay dos tipos de arco el alemán y el francés. El arco alemán fue popularizado por el austriaco Franz Simandl en el siglo XIX.


A pesar de lo que podría parecer dadas las dimensiones del instrumento, el arco propio del contrabajo es más corto que el utilizado por los violines: mide entre 70 y 72 cm. La varilla es generalmente de madera de Pernambuco y las cerdas de crin de caballo. Considerado como un chelo alto que permite otorgar más profundidad a los registros, en la actualidad se asiste a un renacimiento del contrabajo. Así existen aún contrabajos de 5 cuerdas en las orquestas sinfónicas por la exigencia de la música Wagneriana.


Los mayores avances técnicos y pedagógicos se han desarrollado en estos últimos 50 años. Francia, Viena, Alemania, Croacia.... se han erigido en importantes centros de la interpretación y la pedagogía contrabajística. En muchos casos, el progreso ha ido de la mano de la investigación y práctica de nuevos recursos tímbricos obviados hasta ahora. En otros ha sido la diversidad la que ha enriquecido el mundo del instrumento y ha logrado que el “gigante de la cuerda” continúe arrancando aplausos allí donde va. El contrabajo se usa en muchos tipos de música: jazz, rock, clásica, tango, entre otras, para cada género se le ha apropiado y ha desarrollado técnicas de ejecución particulares.
Ejecución.


Normalmente el intérprete toca de pie, aunque también puede tocar sentado en una banqueta. El contrabajo se hace a medida, ya que el tamaño que vaya a tener el instrumento depende de la altura del músico que lo toque. En el contrabajo al igual que en el violonchelo hay una pequeña punta de acero que sirve de medidor entre el suelo y el instrumento. A esta punta se le llama “pica” y es mucho más pequeña que la del violonchelo.

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